Las ordenanzas municipales están para cumplirse. O no. O no todas. O no siempre. Porque para que a los vecinos de Cerro 2 nos hayan puesto a convivir desde hace más de seis meses con un nutrido rebaño de cabras que tiene por misión —bendita misión— desbrozar de manera natural el perímetro de la urbanización para prevenir incendios, los promotores de la iniciativa —el ayuntamiento y la junta rectora— han tenido que hacer caso omiso de la ordenanza que regula la protección y tenencia de animales en Valdemorillo.
Una norma que dice que queda “terminantemente prohibido” establecer corrales de ganado en suelo clasificado como urbano (artículo 54), que es, como bien supones, la clasificación de la parcela donde se ha instalado el rebaño, en el mismo centro de la urbanización, donde se aloja el almacén de la entidad.
Has de saber que los vecinos que han protestado por las molestias generadas por la proximidad del rebaño a sus casas en forma de olores, ruidos y parásitos, no están en contra de este buen proyecto, que lo es, sino de su mala ejecución. Sencillamente defienden su calidad de vida, que es lo que tendrían que haber hecho el ayuntamiento —además de cumplir SU propia normativa, si no es mucho pedir— y una junta que, lejos de defender los intereses de sus representados, los tachó de insolidarios en sus redes sociales.
Por cierto, estos vecinos han tenido que protestar a posteriori, porque la llegada del rebaño no fue informada con antelación y nada se pudo alegar. Muy en la línea de la junta probablemente más opaca del municipio.
El cartel sujeto a la valla de la parcela donde se puede leer ‘zona ganadera’ junto a unas recomendaciones delirantes sobre mastines y lobos, solo sirve para añadir surrealismo a una situación ya de por sí chocante, como es el hecho de que más de 200 cabras de una raza, por lo visto, en peligro de extinción vivan en el mismísimo centro de un núcleo urbano. Ojo, que para más inri la urbanización está rodeada de fincas rústicas donde el rebaño de cabras-bombero estaría mucho mejor acomodado y podría seguir con su magnífica labor. En ese caso, ya sí, con las bendiciones de la ordenanza municipal y el alivio de los vecinos afectados. ¿Fin del experimento? Veremos

Los gastos impropios cumplen años. Hace ahora dos años del primer informe sobre gastos impropios que encargó el ayuntamiento y nueve meses de la comunicación oficial que el consistorio envió a las juntas gestoras sobre el particular. ¿Balance? Mucho ruido y pocas nueces. Como dijo una vecina en el último pleno, solo ha servido para sacar la esterilización de gatos de los presupuestos de las entidades. Como si la cosa fuera de gatos impropios y no de gastos impropios.
Los ‘presis’ ganan la batalla del relato. De lo que ocurrió en la segunda reunión del ayuntamiento con los presidentes de las juntas rectoras de las entidades urbanísticas —de nuevo, sin la presencia de los vecinos—, solo conocemos la versión de los ‘presis’ en forma de un acta que se ha enviado a los vecinos [aquellas juntas que informan a los suyos, claro, no aplica en el caso de Cerro2]. Cada vez parece más evidente que el gobierno municipal se desdibuja mientras que las juntas se adueñan del relato. Por si te interesa, te enlazamos el acta más abajo.
Una manta corta. Sabemos algunas cosas más sobre la famosa cuota suplementaria de 0,1867 €/m3 que actualmente pagamos —¡y pagaremos durante 50 años!— los vecinos del casco y de la urbanización Ampliación Cerro Alarcón por la renovación de las tuberías de agua. Como que no a todos los vecinos se les cobra en su factura dicha cuota, y ahora ayuntamiento y Canal buscan una explicación al asunto y medir el tamaño del ‘agujero’. También que la mayoría de los ayuntamientos de la Comunidad de Madrid que imponen la cuota suplementaria a sus vecinos como fórmula para financiar el cambio de esta infraestructura básica de competencia municipal, eligen cuotas sensiblemente inferiores. Lo habitual es que sea de 0,1 €/m3, casi la mitad que la nuestra. Incluso sabemos que algunos ayuntamientos no imponen cuotas suplementarias. Así las cosas, quienes nos gobiernan se deberían abstener de seguir presumiendo de un IBI bajo —que lo es, es el más bajo de los municipios de la zona— si consigue serlo a costa de cuotas y tasas muy altas. Nuestro IBI low cost es lo más parecido a una manta corta, que te tapa la cabeza o te tapa los pies.
Y hasta aquí lo de hoy.
¡Gracias por leernos!
Imagen de Ronu en Freepik generada por IA


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