De los muchos adjetivos con los que adornar el lugar en el que vivo, nunca hubiera elegido el de milagroso. Hasta hoy. Porque la lectura del acta de la asamblea general ordinaria de la EUCC Ampliación Cerro Alarcón que tuvo lugar hace poco más de un mes, me obliga a creer en lo sobrenatural. Y dudar de mis básicos conocimientos de matemáticas… o de quienes gobiernan la entidad.
Porque dicha acta da cuenta de un total de 100 vecinos entre asistentes (57) y representados (43). Si bien las votaciones, tanto de los presupuestos para el ejercicio que entra como de las cuentas del pasado año, arrojan un total de 182 votos. ¿Se explica? No.
Los vecinos mejor pensantes quieren creer que pudiera ser porque a las parcelas construidas les corresponden dos votos, según los sacrosantos estatutos que —no lo dudes ni por un momento—, se cumplen a rajatabla. Aunque sólo cuándo y lo que interesa.
Dura poco el alivio de saber de la existencia de una explicación razonable. Porque si eso fuera así, ¿cómo entender que las personas que gobiernan la entidad en la que vivimos nos hayan otorgado solo un voto en cada una de las asambleas a las que hemos asistido, incluida ésta? A nosotros y a cuantos vecinos a los que hemos preguntado.
Señores y señoras de la junta de gobierno de la entidad Ampliación Cerro Alarcón y responsables del Ayuntamiento de Valdemorillo. ¡Ya está bien con la broma! Bastante es que nos condenen a vivir ‘sine die’ en una entidad urbanística de conservación, con sus gastos impropios y sus agravios comparativos, para que en algo tan básico como son las votaciones de un ente público, unos incurran y otros toleren algo que se puede definir con muchos sustantivos. Entre otros, manipulación.


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